Historia
El barrio El Tejar de Yaruquí debe su nombre a la antigua tradición artesanal que se practicaba en este sector: la fabricación de tejas y ladrillos de barro. En tiempos pasados, varias familias se dedicaban a este oficio, aprovechando la arcilla y la tierra de la zona para moldear y cocer las piezas que luego se usaban en las casas y construcciones del lugar. Esa actividad dio identidad al barrio y lo convirtió en un punto de referencia dentro de la parroquia.
Con el paso de los años, El Tejar fue creciendo gracias al trabajo agrícola y a la organización de su gente. Los cultivos, las mingas y las festividades religiosas fueron forjando una comunidad unida, donde la solidaridad y el apoyo mutuo siempre estuvieron presentes.
El barrio tiene también un fuerte arraigo en sus celebraciones religiosas y comunitarias. Sus habitantes recuerdan cómo en cada fiesta se reunían para compartir la música, la comida típica y los juegos tradicionales, manteniendo viva la esencia de Yaruquí y transmitiendo a las nuevas generaciones el amor por sus raíces.
Hoy en día, El Tejar conserva ese espíritu trabajador y hospitalario. Aunque las formas de vida han cambiado, en cada familia sigue latiendo el orgullo de pertenecer a un barrio con historia, tradición y un nombre que recuerda los orígenes de la parroquia y de su gente.